Si tu hijo o hija se queja de dolor en el talón, especialmente después de jugar o correr, es probable que estés viendo uno de los problemas más comunes en niños y niñas en crecimiento: la enfermedad de Sever. Aunque suena algo serio, es un dolor que vemos con muchísima frecuencia en las consultas de Atención Primaria.
¿Qué es la enfermedad de Sever?
La enfermedad de Sever (o apofisitis calcánea) es una causa frecuente de dolor en el talón en niños y niñas, especialmente entre los 8 y 14 años, cuando están en plena etapa de crecimiento (se podría decir que es un «dolor de crecimiento»). Esta condición ocurre porque el talón, al igual que otras partes del cuerpo, tiene placas de crecimiento que aún no se han cerrado. Durante esta etapa, el hueso crece más rápido que los músculos y los tendones, lo que provoca una tensión extra en la zona del cartílago de crecimiento, provocando una pequeña separación de la placa, que puede ser bastante molesta.
El deporte y la actividad física intensiva, como correr o saltar, agravan esta tensión, y por eso es más común en niños y niñas activos, que practican deportes como fútbol, baloncesto o gimnasia.
¿Cómo reconocerla?
Es muy posible que notes que tu hijo/a comienza a quejarse de dolor en uno o ambos talones, sobre todo después de haber estado muy activo/a. Algunos niños incluso pueden cojear o evitar apoyar completamente el pie. El dolor suele aparecer durante o justo después de las actividades físicas y mejora con el descanso, aunque, a veces, es continuo.
¿Cómo se trata?
Lo primero que debes saber es que la enfermedad de Sever es una enfermedad benigna y se resolverá con el tiempo, aunque no hagamos absolutamente nada al respecto. A medida que las placas de crecimiento se cierran y los huesos completan su desarrollo, el malestar o dolor irá desapareciendo. Pero mientras tanto, hay algunas cosas que podemos intentar para ayudar a tu peque a sentirse mejor:
- Descanso y adaptación de las actividades: Aunque puede ser difícil decirle a un niño que descanse, es importante limitar las actividades que causen dolor, como correr y saltar. ¡Pero ojo! No significa dejar de moverse por completo. Mantenerse activo es importante, solo que se deben buscar actividades de bajo impacto como nadar o ir en bici.
- Hielo y antiinflamatorios: Aplicar hielo en la zona afectada después de la actividad física puede reducir la inflamación y aliviar el dolor. En algunos casos, puede venir bien algún antiinflamatorio, como el ibuprofeno a la dosis correspondiente al peso del niño o niña.
- Estiramientos y fortalecimiento: Los estiramientos suaves del tendón de Aquiles y los músculos de la pantorrilla pueden ayudar a reducir la tensión en el talón. Un fisioterapeuta pediátrico también puede recomendar ejercicios para fortalecer y mejorar la flexibilidad.
- Uso de plantillas o calzado adecuado: En casos muy contados, seré necesaria una buena amortiguación para reducir la presión sobre el talón, con una plantilla de descarga o algún calzado específico. Esto se debe consultar primero con un podólogo pediátrico.
¿Cuándo consultar al médico?
Si bien la enfermedad de Sever no es grave, siempre es una buena idea hablar con el pediatra si notas que el dolor es persistente o limita mucho las actividades diarias de tu peque. En algunos casos, se pueden solicitar radiografías para asegurarse de que no haya otra causa del dolor, pero normalmente con la historia clínica y un examen físico se puede hacer el diagnóstico.
Una etapa temporal
Aunque puede ser frustrante ver a tu hijo/a lidiar con este dolor, recuerda que la enfermedad de Sever es temporal y, con los cuidados adecuados, el dolor se irá resolviendo. Lo más importante es escuchar a tu hijo/a, animarle a que descanse cuando lo necesite y adaptar las actividades para que pueda seguir disfrutando de moverse, pero sin tantas molestias.
Y, como siempre, la paciencia es clave. El cuerpo de tu peque está en constante cambio, y con el tiempo, esta fase también pasará.
Así que paciencia, besos y muchos mimos,
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