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Niñez y ansiedad: señales que no debemos ignorar

La ansiedad: un fenómeno en aumento

En los últimos años, los profesionales de la salud infantil hemos sido testigos de un aumento significativo en los casos de ansiedad en la infancia y adolescencia. Lo que antes se consideraba poco común en los más pequeños, hoy se presenta con frecuencia en las consultas pediátricas y psicológicas. ¿Por qué? La respuesta no es sencilla, pero existen factores claros: la pandemia de COVID-19, el uso intensivo de redes sociales, la presión académica y los cambios en la forma de criar y educar.

Según un informe de UNICEF (2021), al menos 1 de cada 7 niños en el mundo ha sido afectado directa o indirectamente por confinamientos prolongados, cierre de escuelas o pérdidas familiares. Y aunque el confinamiento ya pasó, las secuelas emocionales siguen presentes.

ansiedad en aumento

Factores que influyen en el desarrollo de ansiedad infantil

La pandemia y el aislamiento

La pandemia no solo interrumpió clases y rutinas: alteró el sentido de seguridad de muchos niños. Vivieron incertidumbre, miedo al contagio, duelo por familiares fallecidos, y pérdida de contacto con amigos y espacios seguros (como el colegio o el parque).

Los niños no tienen la madurez emocional ni las herramientas cognitivas para procesar el estrés como los adultos. Por eso, incluso si no verbalizaron sus emociones, muchos somatizaron la ansiedad: dolores de barriga, problemas de sueño, irritabilidad, regresión en el control de esfínteres, entre otros síntomas.

Redes sociales y sobreexposición digital

Aunque las pantallas ayudaron a mantener cierta “normalidad” durante el encierro, también se volvieron un arma de doble filo. El uso excesivo de tecnología, sobre todo sin supervisión, está relacionado con un aumento en los síntomas de ansiedad, depresión y baja autoestima, según datos de la Academia Americana de Pediatría (AAP).

Además, los niños y adolescentes hoy se enfrentan a la presión de las redes sociales desde edades cada vez más tempranas: idealización de cuerpos, vidas «perfectas», likes como validación… todo esto puede generar un estado de comparación constante y sentimientos de insuficiencia.

Estrés académico y falta de tiempo libre

El modelo educativo actual, muchas veces enfocado en el rendimiento, la evaluación continua y la sobrecarga de tareas, también tiene su peso. Niños de primaria con agendas saturadas, sin tiempo para jugar o descansar, pueden desarrollar una hiperexigencia interna que deriva en ansiedad anticipatoria, perfeccionismo o incluso bloqueos ante el error.

El juego libre, no estructurado, es fundamental para el desarrollo emocional. Y sin embargo, es lo primero que desaparece en rutinas infantiles sobrecargadas.

¿Cómo se manifiesta la ansiedad en los niños?

A diferencia de los adultos, los niños no siempre pueden expresar con palabras lo que sienten. La ansiedad se manifiesta en ellos muchas veces a través del cuerpo o de cambios en la conducta.

Algunas señales que no debemos ignorar:

  • Cambios en el estado de ánimo: más irritables, sensibles o retraídos.
  • Somatización: quejas frecuentes de dolores de cabeza, barriga, náuseas, sin causa médica clara.
  • Alteraciones del sueño: pesadillas, insomnio, miedo a dormir solos.
  • Evitación de actividades: no quieren ir al colegio, al parque, o a cumpleaños.
  • Pensamientos catastrofistas o repetitivos: “¿Y si mamá se muere?”, “¿Y si me pasa algo?”, “¿Y si no lo hago perfecto?”

Estas conductas no son “caprichos” ni «malos hábitos». Son formas de expresar un malestar emocional que a veces ni ellos mismos comprenden.

¿Qué pueden hacer las familias?

La buena noticia es que sí podemos ayudar. La ansiedad infantil es tratable, especialmente si se detecta y se acompaña a tiempo.

Recomendaciones prácticas:

  • 🗣 Escuchar sin juicio: Validar lo que sienten sin minimizar. En lugar de “no es para tanto”, mejor “entiendo que esto te preocupe”.
  • 🕒 Rutinas estables y predecibles: ayudan a dar estructura y seguridad emocional.
  • 🚫 Limitar pantallas: en especial antes de dormir. Priorizar el juego, la lectura, el movimiento.
  • 💬 Poner nombre a las emociones: usar cuentos, juegos o ejemplos para ayudarles a identificar lo que sienten.
  • 🧑‍⚕️ Consultar a un profesional: si el malestar persiste, interfiere con su día a día o notas un deterioro claro, acudir a un psicólogo infantil es una decisión valiente y acertada.

Cuidar su salud mental es parte de cuidar su salud

Así como llevamos a nuestros hijos al pediatra cuando tienen fiebre o tos, también debemos cuidar su bienestar emocional. La ansiedad no es un signo de debilidad, es una señal de que algo necesita atención.

El objetivo no es eliminar la ansiedad (que es una emoción normal), sino enseñarles a gestionar lo que sienten, con herramientas adecuadas y adultos disponibles.

En resumen:

  • La ansiedad infantil ha aumentado por múltiples factores: pandemia, pantallas, presión escolar.
  • Muchas veces no se nota a simple vista, pero hay señales que nos pueden guiar.
  • Escuchar, validar, acompañar y buscar ayuda cuando sea necesario es clave para un desarrollo emocional sano.

Pediatribu

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