Estas semanas han llegado a mis oídos frases y experiencias que me preocupan sobre la alimentación infantil. He pensado que igual es que estamos empezando «la casa por el tejado». Así que vamos a empezar por el principio.
¿Cuál es la base de una adecuada alimentación infantil?
Lo principal para establecer una relación positiva con la comida, y el cimiento a partir del cual tenemos que trabajar alrededor de la mesa es… ¡La sonrisa!
Un niño no puede estar cómodo, ni va a querer experimentar con alimentos, nuevos o ya conocidos, si tiene miedo del momento de la comida.
Ese es el secreto. El «truco» sobre el que tenemos que intentar que gire la alimentación de nuestros hijos, a mi humilde entender, es la tranquilidad, el amor y el respeto.
Nosotros, cómo adultos, tenemos que proporcionarles los alimentos que consideremos adecuados para su crecimiento y desarrollo. Ellos, como niños, eligen cuanto comer, dentro de las opciones ofrecidas por nosotros. En una relación que fluye en armonía y con sensación de bienestar alrededor de la mesa.
No podemos pretender que ellos coman fruta y verdura si no la ven cada día en sus platos, si no ven que nosotros también la comemos. Puede ser que pasen meses (o años) sin que prueben o quieran ciertos alimentos, pero saben que existen y que su familia los toma, porque son buenos.
Confiar. Confiar en que este tiempo en la mesa, reposado y con alegría, va a hacer que nuestros pequeños coman bien el día de mañana. Tened fe en ellos y en lo que estáis haciendo.
Y si no queréis que tomen ciertos alimentos, no los tengáis en casa.
¿Y a qué cuento hablamos de esto ahora?
Como os he dicho arriba, esta semana me he encontrado con muchas «historietas», que yo creía de tiempos pasados, y me han hecho reflexionar.
Os voy poniendo algunas frases:
- «Me tiene tomada la medida con la comida»
- «Si se deja algo a medio día, ya sabe que lo tiene de cena»
- «Se ríe de mi a la hora de comer»
- «Si la dejo, sólo se alimenta de galletas y mierda»
- «Si no comes, te vas a quedar enano»
- «Si no come, ya sabe que no tiene postre»
- «Me paso todo el día en la cocina para que luego lo agradezcan así»
- «Con la cantidad de niños que están pasando hambre en el mundo»
- » Si no comes, me voy a poner triste»
Si alguna vez habéis dicho algo similar, no os sintáis culpables. Son frases con las que muchos hemos crecido (al menos con algunas de ellas), pero es bueno tomar conciencia de lo que pretendemos conseguir con ellas e intentar cambiarlas, para llegar a nuestro objetivo (que nuestros peques aprendan a comer bien), sin necesidad de hacerlos sentir mal.
¿Creéis que con esas frases vamos a conseguir que coman?
Pues puede ser, pero pagando un alto precio.
La forma más adecuada de conseguir que nuestros hijos tengan una relación adecuada con la comida, y evitar futuros trastornos alimentarios, no debe de ser el aprendizaje de la alimentación mediante la fuerza, los chantajes o los castigos.
Es importante hablarles de la importancia de una alimentación sana desde pequeñines. Explicarles la importancia de las frutas y verduras. Si no les gusta un alimento, probamos otro del mismo grupo. A los adultos tampoco nos gusta todo y a nuestros hijos no tienen por qué gustarles las mismas cosas que a nosotros.
También les suele gustar mucho el sentirse incluidos en la preparación de los alimentos. Podéis «jugar» a inventar recetas o a «disfrazar» alimentos que ellos consideren «poco apetecibles».
Y así, poco a poco, a base de ver lechuga en casa todos los días desde hace años, o de ver a sus padres comer fruta a diario desde que tienen memoria, se va forjando en ellos la idea de la alimentación saludable.
No hay recetas mágicas ni misteriosas. Disfrutar de la comida. Y ver esos alimentos en su mesa a diario. Aunque no los prueben hoy, ni mañana…
¿Cuándo pedir ayuda?
Siempre que os preocupe que el niño come poco o que notáis rechazo de la alimentación, consultad con vuestro pediatra para descartar que haya algo más. Nos es muy útil que nos traigáis apuntado todo lo que van comiendo y bebiendo en los últimos días, para hacernos una idea aproximada del problema.
Hay niños que comen más y otros poquito. Las comparaciones son odiosas, ya lo sabéis. Y muchas veces nuestras expectativas, como padres, no son realistas.
También contamos con profesionales de la nutrición infantil que ayudan a muchas familias a cambiar los hábitos de alimentación y a vivir ese momento de «sentarse a la mesa» con tranquilidad y alegría (como nuestra Rebeca Pastor).
Es maravilloso conseguir que la comida sea un momento de felicidad.
¿Y qué pasa con los comedores escolares?
El otro día me llegó, desde alguien que trabajaba en un comedor escolar, la denuncia del «mal trato» que se hacía donde ella trabajó. Tanto, que se lo tuvo que dejar porque no aguantaba ver a los niños con tanto «pánico» al comedor.
No en todos pasa, obviamente. Tengo varios contactos en otros coles (y en el de mis hijas), donde se trata con mucho cariño y amor ese momento tan especial, como es el de comer. Donde se respeta el ritmo y la saciedad de cada pequeño.
Pero informaros y preguntad a vuestros hijos de cómo están en el comedor. Haced caso a su angustia, e investigad si puede haber algún problema. No «pagamos para que coman», como también he escuchado. El comedor es un momento de aprendizaje, dentro del ámbito escolar. No para obligarlos a hacer algo que no quieren o que, realmente, no pueden.
En casa, intentad seguir esas reglas. Sonreír mucho y disfrutaos. Si puede ser, todos juntos. Comer sin presiones. Y evitar alimentos superfluos a diario (zumos, galletas, bollería, procesados…). Reservadlos para algunas ocasiones puntuales (cuanto menos mejor).
Así que mucha paciencia, besos y mimos
Y a disfrutar siempre de la comida
Pediatribu
Entradas relacionadas:
- Alimentación infantil 1: actualización
- Alimentación infantil 2: mitos y creencias
- Niños y fruta: 7 consejos para disFRUTAr
Pingback: ¿Cómo ofrecer las uvas a los peques? - PEDIATRIBU
Pingback: La importancia del ejercicio físico en niños y adolescentes